«No hay, para un artista,
más deber que evitar lo unívoco
y recordar que lo bello
es una especie dentro de lo raro»
Maria Negroni
Hacer una reseña de una peli es una invitación a volver. A volver al cine.
Un par de semanas atrás en un seminario, la escuché a María Negroni hablar sobre su libro, Pequeño mundo ilustrado, que es una colección, un catálogo, y un abecedario de objetos y lugares que para la escritora tienen cierto brillo por su condición de obsoletos. ¿Serán los cines en un futuro esos lugares en donde se respira aire de otra época?
Fui al cine con una amiga un domingo a la noche temiendo que las más de dos horas que sabía que duraba la película se hicieran largas. Me fui con el asombro de que aplaudimos cuando el filme terminó.
Pobres Criaturas es un largometraje de fantasía dirigida por Yorgos Lanthimos, y es una de esas películas que hace que las salas de cines sigan respirando ya que su estética barroca, su fotografía, sus escenografías, su vestuario, producen mayor hipnotismo si se miran en una pantalla gigante.
La película cuenta la historia de una criatura, Bella Baxter, que es hija, al mismo tiempo, de la ciencia, de ella misma y de su creador –un médico científico cuyos rasgos nos recuerdan a Frankenstein, y que a su vez fue víctima de los experimentos de su padre–.
Escriban a nuestro Padre Google la palabra “criatura” a ver qué nos dice. Resultados de la búsqueda: varias acepciones. La primera hace referencia a un niño o niña de corta edad. La segunda deriva del latín creare, creación. Bella Baxter es una mixtura de ambas definiciones, tal vez, por haber sido encontrada en el momento de ese misterioso límite entre vida y muerte. Revivida a través del feto que llevaba dentro, se convierte en una figura que pasará del misterio a la fascinación.
Ambientada en la época victoriana, la narración se basa en el desarrollo de la vida de esta criatura, Bella. El director utiliza diferentes territorios para representar su devenir. Londres, Lisboa, Alejandría, París y nuevamente Londres son los puntos que trazan este recorrido.
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Acaso se podría decir que cada uno de estos pasajes son líneas de fuga que Bella lanza, o se lanza hacia adelante, intentando cartografiar su deseo. Líneas de fuga que la hacen avanzar pero que al mismo tiempo la capturan. Las líneas de fuga son aquellas que confluyen en un punto, dan profundidad y marcan el horizonte en una imagen, un cuadro, un plano. Gilles Deleuze decía que estamos hechos de líneas. Las líneas de fuga son desplazamientos en la trayectoria de una narrativa que escapa de una línea de fuerza o poder. Es un tiempo no pulsado, es pura intencionalidad, donde hay desterritorialización absoluta.
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Hace varios años, allá por el 2012, pierdo un vuelo a Barcelona desde Lisboa y me atemoriza la idea de quedarme capturada en su melancolía. Lisboa, la capital más latina de Europa, es ella misma todas las huellas de lo que en algún tiempo fue. Tiene el encanto de un imperio decadente, y eso se respira.
Es en una escena en la capital portuguesa, en donde sitúo quizás uno de los primeros rasgos humanos de Bella, esa emoción que experimenta al escuchar a una mujer cantar fado.
Hasta entonces veníamos siendo espectadores de las pequeñas crueldades de la protagonista, que debido a su encanto de muñeca destartalada por fuera de toda normativa cultural, se convierten en pasajes cómicos que generan risa.
La trama de la película va avanzando a medida que Bella va atravesando diversas experiencias vitales que, se podría decir, son del orden de lo otro, en el sentido de otredad, de lo extranjero. Pero aquello extranjero que, paradójicamente, no deja de ser lo más íntimo ¿qué implica la metamorfosis de Bella? ¿Hay en sus movimientos, una deriva hacia lo humano? Pero entonces, ¿qué es lo que pertenece al mundo de lo humano?
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Pasaron algunas semanas desde que vi la película. Lo visualmente estético y llamativo que me impactó en un principio se fue desdibujando. Las capas del collage con las que se hizo el film se fueron despegando, deshaciendo y de esa espectacular producción sólo me quedan resonando algunas preguntas: ¿quiénes son las pobres criaturas? ¿Pasa Bella de ser una pobre criatura a engendrar y criar raras especies? Finalmente, esos personajes que quisieron cautivarla se cautivaron ellos mismos. Pareciera que entre un lado y el otro del cerco la línea es fina.
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Lanzo líneas.
Si algo nos cuenta la narrativa de la película es que estamos hechos de líneas.
Durante todo el film sobrevuela la pregunta por la ética.
Yo me pregunto ¿cuáles serán las líneas que contornean lo humano?
Si somos flujos en constante devenir, ¿no nos estaremos convirtiendo en pobres criaturas?
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