No quiero ser enterrada en un cementerio
No quiero ser enterrada en un cementerio
ni que manipulen mi cuerpo sin vida
deséchenme al fuego
velen mis cenizas con flores
pero sin coronas grandes ni cruces de telgopor decoradas con claveles,
escuchen música de Violeta Parra,
su canto absorbe la tristeza de una búsqueda frustrada. Maldigo a todos
los que amé y a los teóricos del posamor y de la modernidad líquida
que inventan conceptos en inglés para justificar los restos de mierda salpicada que me dieron todos los que no supieron acariciarme después de coger.
Ilustración: Santiago Grunfeld
Cerca de la fecha de menstruación
Cerca de la fecha de menstruación
siento que estoy perimenopáusica o embarazada. Cada vez que
me bajo la bombacha miro mi protector diario
para ver con qué lo manché. Flujo blanco, marrón o sangrado. Me alivia
ver que no baja nada. Me toco las tetas para ver si me duelen
si están duros los pezones. Trato de recordar síntomas de mi embarazo. Huelo
el champú y los jabones para provocarme arcadas. Estoy vacía
imagino a mis ovarios secándose. Me alivia especular
con que ya no lloraré desconsolada una semana antes de menstruar
pensando en todo lo que no fue,
en que mis ataques de pánico bajarán su intensidad. Pero quiero sentirme embarazada
con una panza enorme. Preparar ropa de recién nacido bien blanca con perfume a suavizante neutro guardarla en los cajones de una cuna funcional y ponerle jabones de ajuar para bebés.
Pasarme la dermaglós más espesa por todo el cuerpo para no estriarme. Coger con la panza explotada arriba para que los orgasmos entrenen a mi útero,
para que se dilate y pujar
y expulsar lo que tengo adentro hasta que se resbale entre su grasa corporal y mi sangre.
Ilustración: Santiago Grunfeld
La Voz de cabeza de Bjork
La Voz de cabeza de Bjork
resuena; gira en círculo,
profundiza mis agujeros emparchados a manotazos.
Soy una idea que resiste en un cuerpo
que puja en una realidad
yo no pude pujar,
yo quería sentir dolor, la sangre chorreada por mis piernas y gritar hasta parir.
La cesárea me dejó una cicatriz rosa oscuro
en la marca de la bombacha
que cada año se desdibuja pero no desaparece.
Pude amamantar a mi bebé unos pocos meses
él se apoyaba sobre mis tetas enormes
con las manos cerradas agarraba el borde que le sobraba del pezón
se tapaba la cara como si alimentarse de otro cuerpo fuera un delito.